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Tour por el norte de Costa Rica

9 días - 1350 km

  • Alquiler de motos BMW 800 GS (la selección de las motos se realizará según el orden de inscripción de los participantes).

  • Hoteles 3* superior, alojamiento y desayuno.

  • Documentación adicional entregada en destino.

  • Souvenirs y recuerdos del viaje.

  • Guía profesional bilingüe durante todo el recorrido.

  • Bebidas y/o snacks en el vehículo de apoyo durante la ruta.

  • Vehículo de apoyo para el traslado de equipaje. Este vehículo transportará las maletas de todos los participantes durante todo el viaje. El conductor recibirá y entregará el equipaje en la puerta del hotel a la llegada y a la salida.

  • Motocicleta de repuesto como apoyo al cliente en caso de que alguna de las motos se averíe durante el recorrido.

  • Recomendación de restaurantes, actividades y lugares imperdibles, en cada parada del recorrido.

  • Vea a continuación una descripción detallada del itinerario.

Itinerario

Noche de bienvenida

Hotel Bouganvillea

Todo el personal de Costa Rica Mototours le da la más cálida bienvenida.
Sabemos que este será un viaje inolvidable, lleno de aventuras, paisajes impresionantes y experiencias únicas sobre dos ruedas.
Esta noche, se alojará en el exclusivo Hotel Bouganvillea , ubicado en una zona tranquila a las afueras de la ciudad. Este hotel es famoso por sus amplios jardines tropicales, el lugar perfecto para descansar y relajarse después del vuelo, en armonía con el maravilloso canto de las aves.

A las 17:00 h, tendremos una reunión de orientación donde conocerás a todo el equipo y a tus compañeros. También recibirás una introducción al itinerario, las normas generales de seguridad, firmarás el contrato y abrirás un cupón de $2,000 para cubrir posibles daños a la motocicleta.

A las 19:00 horas disfrutaremos de una deliciosa cena de bienvenida.

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Día 1

  • San José - Monteverde

  • 153 kilómetros

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Viajar de San José a Monteverde es uno de los viajes por carretera más memorables de Costa Rica: una aventura que te lleva del bullicio de la ciudad a bosques nubosos cubiertos de niebla. La primera parte de la ruta, al noroeste desde San José, es tranquila y rápida: seguirás la Ruta 27 hacia Puntarenas, rodeado de ondulantes colinas verdes y vistas de las tierras bajas del Pacífico. Después de unas dos horas, te desviarás cerca de Las Juntas o Sardinal, donde la carretera comienza a ascender hacia las montañas. Aquí es donde comienza la verdadera aventura: las vistas son absolutamente impresionantes: valles panorámicos, ríos y picos lejanos. A medida que asciendes, el aire se vuelve más fresco. Pasarás por pequeñas comunidades rurales antes de adentrarte en la región del bosque nuboso. Finalmente, al adentrarnos en Monteverde, la temperatura baja, el bosque se espesa y una fresca brisa de montaña nos da la bienvenida. Lo sentirás al instante: la paz, el misterio, la sensación de haber llegado a un lugar verdaderamente vivo.

Día 2

  • Monteverde-La Fortuna

  • 159 kilómetros

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Abandonamos las brumosas alturas de Monteverde y descendemos por suaves y curvas carreteras de montaña que rápidamente se abren a amplios valles y al aire fresco de la montaña.

Pronto, el azul brillante del lago Arenal aparece ante nosotros, extendiéndose infinitamente bajo el cielo. La carretera bordea su orilla, serpenteando con gracia entre exuberantes colinas verdes.

Al rodear el lago, el imponente Volcán Arenal domina el horizonte: silencioso, majestuoso y magnético. El tramo final de aproximación a La Fortuna es una auténtica delicia: pavimento perfecto, aire tropical y vistas que te hacen olvidar que aún estás en la Tierra.

Este recorrido captura todo lo que Costa Rica representa: libertad, belleza y naturaleza en su máxima expresión.

Día 3

  • La Fortuna

  • Día libre para realizar tours y explorar la zona.

Hoy en día ya no es necesario empacar ni arrancar los motores.
Nos encontramos en uno de los destinos turísticos más completos e icónicos de Costa Rica. Gracias a su combinación de naturaleza, aventura, aguas termales, lujo y vistas impresionantes, este es el lugar perfecto para un día libre lleno de experiencias inolvidables.

Podrás disfrutar de todo, desde tirolesa sobre la selva, visitar la majestuosa Catarata La Fortuna, caminatas por puentes colgantes, paseos a caballo, kayak en el lago, rafting o simplemente relajarte con masajes de spa, entre muchas otras opciones.

Día 4

  • La Fortuna - Rincón de la Vieja

  • 206 kilómetros

Dejando atrás el imponente Volcán Arenal, nos dirigimos hacia el norte a través de una campiña abierta donde las verdes colinas se funden con extensas tierras de cultivo. El camino a Guayabo es suave y pintoresco: una auténtica muestra de las carreteras secundarias de Costa Rica, con suaves curvas, aire fresco y destellos de la vida rural a cada paso.

Pasando por pequeños pueblos y extensos pastizales, el recorrido se siente tranquilo y conectado: solo tú, la bicicleta y el ritmo de la tierra. Al acercarnos a Rincón de la Vieja, el paisaje se transforma de nuevo: el aire se espesa con el aroma a bosque y tierra, y las lejanas chimeneas de vapor insinúan la fuerza volcánica que se extiende a sus pies.

El tramo final asciende hacia un aire más fresco y caminos sinuosos rodeados de selva. Al llegar, la aventura pasa de llanuras ondulantes a un mundo de cascadas, aguas termales y senderos volcánicos.

Día 5

  • Rincón de la Vieja - Flamingo

  • 199 kilómetros

Comenzamos el día rodeados de la energía pura de Rincón de la Vieja, donde el aire huele a azufre y selva, y el vapor se eleva desde la tierra. El camino desciende desde las laderas volcánicas, suave y abierto, ofreciendo largas y fluidas curvas a través del bosque tropical seco y la ganadería.

A medida que descendemos, el paisaje cambia: de verdes montañas escarpadas a llanuras doradas salpicadas de gigantescos árboles de Guanacaste. El calor arrecia, el cielo se ensancha y, de repente, el aroma a sal impregna el aire.

En poco tiempo llegamos a Playa Flamingo, donde el Pacífico brilla en tonos turquesa imposibles. El último trayecto por la costa es pura libertad: brisa marina, caminos bordeados de palmeras y el sonido de las olas rompiendo justo al otro lado de los acantilados.

Esta etapa es la transición perfecta: del poder del volcán a la calma del mar, todo en un viaje inolvidable.

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Día 6

  • Día libre en Flamingo

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Tras días en la carretera, el rugido de los motores da paso al sonido de las olas. Playa Flamingo es donde los motociclistas cambian los cascos por gafas de sol y simplemente respiran. El ritmo se ralentiza, y ese es precisamente el objetivo.

La mañana empieza tranquila, con un café con vistas a la bahía turquesa y el suave zumbido de los barcos pesqueros que parten. La arena es suave y clara, el agua tranquila y cristalina, perfecta para nadar, practicar paddleboarding o simplemente flotar con total tranquilidad.

Algunos se lanzan al mar, explorando calas escondidas en moto acuática o catamarán. Otros se quedan en tierra, recorriendo las colinas cercanas para disfrutar de vistas panorámicas o visitando mercados locales para disfrutar del encanto relajado de Guanacaste.

Por la tarde, todo gira en torno a la buena comida y la buena compañía: ceviche fresco, pescado a la parrilla y quizás una cerveza bien fría al caer el sol. Los atardeceres de Flamingo son legendarios; el cielo arde en tonos dorados, rosados y naranjas, reflejándose en el océano como fuego líquido.

Día 7

  • Flamingo - Puerto Carrillo

  • 163 kilómetros

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Salimos de Playa Flamingo con el océano aún brillante a nuestro lado y la cálida brisa del Pacífico en la espalda. La ruta se dirige hacia el sur a lo largo de la Península de Nicoya, donde las suaves carreteras costeras serpentean suavemente entre colinas tropicales, playas escondidas y tranquilos pueblos pesqueros.

Este es uno de esos recorridos que se sienten muy fáciles: curvas largas, vistas despejadas y el sonido del mar siempre presente. Pasamos por encantadores pueblos costeros, perfectos para una parada rápida, tomar algo o simplemente respirar el aire salado.

Al acercarnos a Puerto Carrillo, el paisaje se abre de par en par: arena dorada, agua turquesa y palmeras que bordean una de las playas más prístinas de Costa Rica. El día termina con el atardecer reflejándose en la bahía, y esa sensación que solo un paseo perfecto puede brindar.

Día 8

  • Puerto Carrillo - Moctezuma

  • 180 kilómetros

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Dejamos atrás la serena belleza de Puerto Carrillo y nos adentramos en el corazón de la Península de Nicoya, donde cada kilómetro se siente crudo, salvaje y vivo. La carretera costera serpentea entre ondulantes colinas, bosque seco y tramos de campiña virgen donde el tiempo parece detenerse.

El viaje hacia el sur es una auténtica delicia: asfalto liso mezclado con algún tramo rural ocasional, curvas suaves y vistas constantes del Pacífico brillando a lo lejos. Pasamos por pequeños pueblos donde las tablas de surf se apoyan contra las palmeras y los lugareños te saludan con un saludo.

A medida que nos acercamos a Montezuma, el paisaje se vuelve más exuberante y agreste. La selva se espesa, las cascadas caen cerca del camino y, a veces, los monos se balancean sobre nuestras cabezas como dándonos la bienvenida a sus dominios.

Cuando llegamos a la ciudad, el espíritu bohemio de Montezuma nos da la bienvenida: calles coloridas, brisa del mar y esa inconfundible energía relajada que te hace querer quedarte más tiempo.

Un paseo por la libertad, la naturaleza y la costa indómita: esto es Nicoya en su estado más puro.

Día 9

  • Montezuma - San José

  • 151 kilómetros

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Comenzamos el día con el sonido de las olas aún resonando en nuestros cascos mientras salimos de Montezuma, siguiendo la costa hacia el norte, rumbo al puerto de ferries de Paquera. La luz de la mañana se filtra a través de la selva, y la carretera serpentea entre playas y pequeños pueblos pesqueros donde la vida se mueve al ritmo de la marea.

En Paquera, subimos las bicicletas al ferry del Golfo de Nicoya: un momento inolvidable de calma entre viajes. Mientras los motores descansan, cruzamos las aguas azules rodeados de islas, aves marinas y la brisa salada del Pacífico. Los ciclistas se relajan en cubierta, con café en mano, contemplando la costa pasar: una pausa perfecta antes del tramo final.

Una vez que atracamos en Puntarenas, retomamos la ruta, siguiendo un pavimento liso de regreso al Valle Central. El aire refresca, las luces de la ciudad aparecen a lo lejos y las montañas se alzan a nuestro alrededor mientras cerramos el circuito de regreso a San José.

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